“Sin mí, el Benfica no volverá a ganar una copa europea en cien años”.
Con estas palabras dio el portazo Bela Guttmann
al ser destituido en el verano de 1962. El despido no venía propiciado por
temas deportivos, ya que el conjunto encarnado venía de lograr dos Copas de Europa
consecutivas, sino por desavenencias surgidas entre el entrenador húngaro y la
directiva lisboeta a raíz de una petición de aumento de sueldo por parte de
Guttmann.
Lo que muchos tomaron como mera anécdota tras
la derrota ante el Santos de Pelé en la Intercontinental de ese mismo año,
comenzó a tornarse en maldición cuando Benfica perdió sus dos siguientes
finales de Copa de Europa en 1963 y 1965 ante Milán e Inter respectivamente. Apenas
tres años después del último tropiezo los lisboetas volvían a repetir presencia
en una final de Copa de Europa. Esta vez estuvieron a tan solo treinta minutos
de terminar con la leyenda pero tras finalizar el partido en tablas, la
victoria fue finalmente para el United de Sir Matt Busby en el tiempo extra.
La década de los ’70 fue una larga travesía
por el desierto para un SLB acostumbrado a saborear las grandes noches europeas.
Tardaría catorce años en volver a enfrentarse a la posibilidad de desterrar el
mito pero tampoco lo lograría en esa ocasión. La derrota en el partido de ida disputado
en campo del Anderlecht fue una losa que los lusos no fueron capaces de
levantar ante su gente. Quinta final perdida, cuarta europea.
Y si cerca estuvo en 1968 mucho más lo estaría
veinte años después. Benfica volvía a una final de Copa de Europa pero fueron
incapaces de hacer un gol al PSV en 120 minutos de juego. Los holandeses
levantaban la copa tras el fallo de Veloso en la tanda de penaltis y ampliaban,
de esta forma, el alcance de una maldición que comenzaba a tener tintes de eterna.
Dos años más tarde, en 1990, las águilas disputaron la que hasta la fecha
ha sido su última final. Aprovechando que ésta se disputaba en Viena, lugar en
el que yace eternamente Guttmann, una delegación lisboeta encabezada por
Eusebio -pieza clave en las dos temporadas del húngaro en Lisboa- realizó una
ofrenda a su tumba pero ni aún así encontraron perdón. Sería la sexta derrota
en seis finales disputadas desde la marcha de Bela.
Mañana, cincuenta y un años después del último
entorchado europeo conseguido por el Benfica, los jugadores que dirigen Jorge
Jesús tienen una nueva oportunidad de terminar con la maldición de aquel místico
entrenador húngaro. ¿Será esta la definitiva?
1 comentario:
Muy linda nota!!
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